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Descripción

En Abril de 1942, el Imperio del Japón, que apenas llevaba cinco meses en guerra, había conquistado todos los territorios que sus militares, tanto del Ejército como de la Armada habían designado como necesarios para constituir el “Perímetro defensivo” del propio imperio. Circunstancias las cuales hicieron que muchos jefes militares japoneses dieran ya por finalizada la guerra, aunque ni el Reino Unido ni sobre todo los Estados Unidos se habían rendido.

Idea la cual se desmoralizo el 18 de abril. Dia en el cual unos pocos bombarderos B-25, comandados por el coronel Doolittle, bombardearon Tokio y otras ciudades del Japón. Los daños fueron insignificantes, pero la alarma entre el Alto Mando japonés fue inmensa, más cuando supieron por fuentes de inteligencia que los bombarderos, aunque pareciera increíble y desde luego fue una hazaña, habían despegado del portaaviones “Hornet”, que se había acercado a menos de 1.000 millas del archipiélago japonés sin ser interceptado, regresando a su base sano y salvo.

El almirante Yamamoto, comandante de la Flota Combinada, un marino que no se dejaba engañar por la propaganda ni por la autocomplacencia, comprendió que aún había que asestar un golpe decisivo a los EE.UU. si querían poner a salvo las islas japonesas de cualquier contraataque. En consecuencia logró máxima prioridad para ejecutar dos golpes consecutivos contra el poder naval norteamericano.