Sartre

Descripción

A Sartre, Juan Nuño dedicó este libro de título homónimo, destacó su obra literaria, las novelas y el teatro, aunque no eludió El Ser y la nada y el indigerible libraco aquel en que se anunciaban las nupcias entre marxismo y existencialismo, Crítica de la razón dialéctica. Poco parecen tener que hacer con el Nuño que conocimos las desavenencias existenciales de aquel inefable personaje de La nausea, Roquentin, que se maravillaba, –el propio Sartre prefería aquí hablar de angustia existencial– ante la aparente inmutabilidad del mundo físico, en contraste con la fragilidad de la existencia individual, una pasión inútil, cuyo inicio de realización coincide con la muerte. El existencialismo de Sartre fue, ciertamente, más o menos que una filosofía, como se quiera; en su punto álgido llegó a ser el signo de una época y representar en su forma más pura una ignorancia de nuestro conocimiento del mundo natural que no ha resultado ajena a muchos filósofos del presente. Este último no es el caso de Nuño, pero, en este asunto, como todos, fue deudor de la época que lo vio crecer. Hay ideas y valores, sin embargo, que aquí merecen rescatarse y él así lo hizo: la imposibilidad de una conducta no comprometida y la irreductibilidad de la existencia individual a los car- tabones de las prácticas o ideas políticas, filosóficas o de cualquier otro tipo que no contemplen espacios suficientes para la libertad. En otras palabras, hallamos aquí dos valores, que permanentemente recorren las páginas pergeñadas por Nuño: el valor del individuo frente a cualquier tipo de totalitarismo, en el plano que fuera, y la inevitable corresponsabilidad que tenemos con lo que sucede a nuestro alrededor. Ya se sabe, el mundo no tiene por qué ser cómodo, pero callar es, la mayor parte de las veces, simplemente otorgar y, a final de cuentas, el silencio termina por confundirse con la complicidad.



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